La elección de colegio y el proceso de admisión de alumnos

La búsqueda de colegio para nuestros hijos normalmente es motivo de preocupación, porque lo que no se puede negar es que se trata de un aspecto fundamental en la formación y educación de los niños. En la primera entrada de este blog ya planteé que muy probablemente nadie iba a negar la importancia que tiene la educación de los hijos pero que, sin embargo, no todos situamos la educación en el mismo puesto de nuestra jerarquía de intereses y que, incluso aquellos que lo sitúan entre los primeros puestos pueden tener distintas visiones tanto de la educación como del propio método educativo.

Al igual que cuando educamos en casa, a la salida del cole, cada uno tenemos nuestra propia visión de la educación, también cada colegio parte de una visión educativa. Por ello, la elección de un colegio para nuestros hijos se trata de una decisión muy importante, ya que buscaremos, en la medida de lo posible, encontrar un colegio que se adapte a  nuestro concepto educativo y que responda a nuestro ideario, intereses y fines.

En España existen distintos tipos de colegios. En cuanto a la titularidad del centro educativo, se pueden distinguir entre centros públicos y centros privados. Si atendemos al tipo de financiación, nos encontramos con los centros sostenidos con fondos públicos – que engloba a los centros públicos y a los centros privados concertados – y con los centros privados sin ningún nivel concertado o subvencionado (los totalmente privados).

¿Qué tenemos en cuenta a la hora de elegir un colegio? Eso es algo que dependerá de cuales sean nuestras prioridades en lo que se refiere a la educación de nuestros hijos. Así, los aspectos a tener en cuenta para su elección pueden encontrarse entre los siguientes, que enumeramostítulo ilustrativo: titularidad, tipo de financiación, ideario, prestigio, proyecto educativo, planes de innovación educativa, tipo de pedagogía, resultados obtenidos por el alumnado, idiomas, bilingüismo, modelos de calidad implantados, instalaciones, proximidad al domicilio o al lugar de trabajo de los padres, precio (en el caso de los privados), jornada continuada o partida, oferta de extraescolares, si el centro cuenta con médico o servicio de enfermería, con gabinete psicopedagógico, si oferta o no todos los niveles educativos, si cuenta con transporte escolar, comedor

Una vez hemos tomado la decisión y hemos elegido un colegio para nuestros hijos, falta que estos sean admitidos en él. ¿Y qué es necesario para que nuestros vástagos sean admitidos en el colegio? Eso dependerá de si el colegio elegido se trata de un colegio totalmente privado o  de un colegio sostenido con fondos públicos.

En cuanto a la admisión en los colegios totalmente privados, la normativa establece que los centros privados no concertados gozarán de autonomía para determinar el procedimiento de admisión de alumnos, por lo que dicho procedimiento podrá variar de un colegio totalmente privado a otro. Por este motivo, para informarse de los requisitos de un colegio concreto será imprescindible ponerse en contacto con la secretaría del mismo. Suele ser habitual que en el proceso de admisión soliciten una entrevista con los padres, que realicen una prueba de nivel al alumno solicitante o que valoren su expediente académico. Si se trata de un centro que imparta sus enseñanzas en un idioma extranjero, suelen exigir que el alumno acredite un buen nivel en dicho idioma o que, incluso, le realicen una prueba de nivel.

En lo referente a la admisión en los colegios financiados con fondos públicoscentros públicos y centros privados concertados -, al encontrase transferidas las competencias en materia de educación a las Comunidades Autónomas, el proceso de admisión en estos colegios depende de la Consejería de Educación de cada Comunidad Autónoma en concreto y, únicamente, en el caso de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Por este motivo, cada Consejería de Educación (o el Ministerio de Educación en el caso de las ciudades de Ceuta y Melilla) establecerá su propio proceso de admisión, con su plazo de inscripción, instrucciones, baremo… Se trata de un criterio objetivo para todos los centros sostenidos con fondos públicos de su ámbito de competencia (el de su Comunidad Autónoma o el de las ciudades autónomas).

El proceso de admisión que conozco es el de la Comunidad de Madrid, que para el curso 2017-2018 cuenta con un período de inscripción que abarca del 19 de abril al 5 de mayo, ambos inclusive.

A modo aclaratorio para los padres que se encuentren en estos momentos a punto de elegir un centro sostenido con fondos públicos de la Comunidad de Madrid, permítaseme la siguiente reflexión:

¿Existe libertad de elección de centro  escolar en el caso de los centros sostenidos con fondos públicos? Sí, existe libertad de elección.

Como existe libertad de elección de centro escolar, ¿necesariamente mi hijo irá al colegio elegido? No necesariamente en todos los casos.

Explico lo que a primer vista pudiera parecer una contradicción. Como decía, efectivamente, existe libertad de elección de centro escolar. La cuestión es que para valorar todas las solicitudes, existe un baremo. Esto en sí mismo no es malo, la aplicación de un baremo objetiviza la adjudicación de las plazas escolares, estableciendo un sistema neutral que evita desigualdades y favoritismos. Entonces, ¿por qué mi hijo puede quedarse fuera del colegio elegido? Pues simplemente porque aquí entra en juego la ley de la oferta y la demanda. Las plazas que oferta un colegio no son ilimitadas, tanto por motivos físicos de espacio, como por cumplimiento de las ratios de la normativa educativa. Si la demanda de plazas de ese colegio es igual o menor a la oferta de sus plazas, nuestros niños tendrán una plaza garantizada. En cambio, si la demanda de plazas por parte de los padres es superior a las plazas ofertadas por el colegio, lamentablemente, no todos los niños podrán acceder al colegio elegido y demandado por sus padres. ¿Qué niños serán los que queden fuera? Aquellos que hayan obtenido una puntuación inferior en el baremo.

Por ello, es importante tener claro con cuantos puntos contamos en el baremo, y, así mismo, también es importante saber cuántas plazas quedarán disponibles descontando los hermanos de los alumnos actuales que entrarán en el centro el próximo curso ya que, aunque formalmente no tienen la plaza asegurada, al otorgarles el baremo 10 puntos es muy difícil que se queden fuera. Con mi hija mayor, fue tal el número de hermanos que entraban en primero de infantil que casi no quedaron plazas para los que no tenían hermanos dentro del colegio y no pudo entrar en el centro que habíamos escogido en primera opción. Esta información de los hermanos resulta muy valiosa porque si no entras en el centro seleccionado en primera opción, accedes a los siguientes que has establecido en la solicitud únicamente si no han cubierto sus plazas con los que alumnos que habían pedido ese centro en primera opción. Si no, has de acudir a la Comisión de Escolarización para solicitar plaza en los centros que les hayan quedado plazas libres. Creo que aunque deben ser otros los criterios que primen para la elección de colegio (los que enumeraba antes a título ilustrativo como pueden ser proyecto educativo, ideario, nivel académico, cercanía, etc.), es muy importante a efectos prácticos tener también en cuenta todo lo relativo a las plazas libres y al baremo. Se trata de una cuestión estratégica… Con mi hijo pequeño contábamos con los 10 puntos por hermano en el centro, por lo que no tuvimos el más mínimo problema para que entrase en el mismo colegio que su hermana.

¿Qué ocurre si pasado un curso o varios deseo cambiar a mi hijo de colegio financiado con fondos públicos? Que tendré que solicitar el nuevo colegio de mi interés y pasar de nuevo por un proceso de admisión. Lo «fácil» es entrar a los tres años, que es el primer año de educación infantil, porque todas las plazas con las que cuenta el colegio para ese nivel se encuentran disponibles (otra cosa es que exista más demanda que oferta). En los cursos superiores las plazas que quedan libres son las que quedan vacantes por niños que por diversos motivos se van del colegio (cambio de residencia de los padres, etc.) o porque no pasen de curso, por lo que la oferta de las plazas queda sustancialmente reducida.

Os deseo a todos mucha suerte con la elección de centro educativo para vuestros hijos.

 

Feliz Navidad y feliz 2017

Las navidades pasadas mi hijo pequeño –  que entonces tenía dos años –  se emocionaba escuchando el villancico «Campanas de Belén». Me pedía que se lo pusiese en el ordenador una y otra vez mientras las lágrimas descendían lentamente por sus mejillas. La primera vez que le vi llorar con el villancico le pregunté que por qué lloraba y él se encogió de hombros, no sabía explicarme. Le pregunté entonces si no le gustaba y me dijo que sí, que mucho… Desde luego, no cabía la menor duda, lloraba de emoción, por lo que le transmitía la música, la letra y la presentación con motivos navideños que estaba contemplando.

Bueno, pues yo quiero ser como mi hijo que, pese a que estoy segura que no comprendía en toda su extensión el significado de la Navidad, sin embargo, simplemente con la idea que él había logrado formarse en su cabeza de lo que es la Navidad, era capaz de emocionarse de esa manera…

Lo que me gusta es esa espontaneidad en las emociones y en los sentimientos. Parece que según crecemos, en muchas ocasiones, nos vamos autolimitando y no nos permitimos sentir de una manera tan directa y sincera. Debería ser al revés, puesto que sí está a nuestro alcance el comprender en toda su extensión el verdadero y originario sentido de la Navidad, que Dios se hace niño para reconciliar al hombre con su Creador, y que cada vez que celebramos la Navidad es una nueva oportunidad para que el Niño-Dios nazca en nuestro corazón

¡Os deseo una feliz Navidad y mis mejores deseos para el año nuevo que acabamos de comenzar!

De adioses y hasta luegos, de holas y encuentros

Diez años de trabajo, esfuerzo y responsabilidades, diez años de buenos ratos, de risas, de anécdotas, pero también de inquietudes, anhelos y preocupaciones. Diez años de mucha vida en común, de confidencias, de vidas compartidas… Diez años de amistad

Es increíble cuánto compartes en los períodos de descanso y esparcimiento en el trabajo, ya que a veces pasamos más tiempo allí que en nuestra propia casa.

En diez años he conocido a muchos compañeros de trabajo, algunos se fueron y no volví a saber de ellos, con otros he conservado el contacto y en algunas ocasiones, también la amistad. De los que se han ido, siempre queda la alegría de que se vayan para emprender nuevos proyectos en pos de un futuro más próspero y prometedor  y, al mismo tiempo, la nostalgia de perder el día a día con ellos. Y de los que permanecen contigo, la vivencia enriquecedora de continuar juntos, la amistad…

Ahora soy yo la que me he ido, no como algo definitivo, sino únicamente por un año, pero no por su temporalidad deja de ser un cambio importante para mí.

Aunque mi trabajo como asesora me gusta mucho, tenía clavada una «espinita», la docencia, que siempre me gustó también, y únicamente había tenido la oportunidad de hacer algún «pinito», pero de forma esporádica y puntual, no como un trabajo diario.

Pues bien, esa oportunidad llegó y solicité una excedencia voluntaria para poder coger ese tren que me lleva a convertirme en «profe» por un curso, toda una experiencia. Tras el proceso de adaptación, que aunque no ha sido la única causa, no cabe duda que ha favorecido mi largo silencio desde la última entrada, puedo decir que está siendo una experiencia muy enriquecedora, que me exige mucho, pero que también me llena de satisfacción.

En ese «hasta luego» que he hecho en mi trabajo como asesora me he dado cuenta que el cariño que por mí sentían mis compañeros era mayor aún, si cabe, del que yo ya sabía que me tenían. Y a la inversa, aunque siempre he tenido muy claro mi aprecio, cariño y amistad por ellos, el perder ese día a día por un año, hace que recuerdes con nostalgia anécdotas y les tengas siempre muy presentes en tus pensamientos. Cuando podemos estamos en contacto, pero incluso cuando las prisas y premuras parece que no dejan tiempo, los tengo presentes en mi mente y en mi corazón.

Por otro lado, la misma circunstancia  de este cambio tan grande que he dado me ha permitido tener muchísimos compañeros nuevos, y he encontrado en ellos, una cálida acogida, una mano tendida y mucho compañerismo. He tenido mucha suerte, la verdad.

Así que, en poco tiempo, ha cambiado mucho mi día a día, mi trabajo, mis compañeros, mi entorno profesional y dicha coyuntura ha puesto delante de mí a mis alumnos, a los que espero enseñar, ayudar y formar lo mejor posible… Al final, además de como madre, voy a terminar hablando también en el blog como profesora, novata, pero profesora, al fin y al cabo. Intentaré hacerlo lo mejor posible…

A mi hijo pequeño

Por tu mirada inocente,

por el brillo de tus ojos y tu sonrisa dulce,

por tus «te quero mucho»,

por tus besos y caricias,

por tus largas explicaciones, a veces ininteligibles incluso para mí, pero seguro que muy interesantes…

Por tus sonoras risas,

por tu energía desbordante,

por tus canciones y tus bailes,

por tus dibujos por mi cumpleaños en días en que no cumplo años, porque para ti cualquier momento es bueno para cantar «cumpleaños feliz»…

Por tu emoción ante los pequeños y grandes descubrimientos del día a día,

por tus pequeños y grandes avances,

por ansiar mi compañía y querer compartirlo todo conmigo

Por tus retahílas de por qués,

por venir a recibirme siempre con la cara iluminada cuando vuelvo del trabajo,

 por tus «mamáaa, ¿qué haches?…»

Por tus «cura sana» cuando me duele la cabeza,

por lo «interesante» que te pones cuando hablas de tus amigos del «cole» (en realidad se trata de un centro de Educación Infantil), de tu profesora, de la directora, de la cocinera

Por tus expresivos gestos,

por tus inagotables ganas de jugar,

por tus «te pillé» como una invitación para jugar al «pilla-pilla»,

por tus «valeee mamáaa» de niño mayor

Por tu imaginación desbordante,

por tu interés por entender el mundo que te rodea,

por las historias que me cuentas

por los besos que me das,

por tu cariño sincero,

por eso y por todo lo demás: te quiero.

A mi hija mayor

Por convertirme en mamá y cambiar mi vida

Por cómo me escalabas con tan solo unos días

Por cómo me sonreías desde una edad tempranísima

Por tu mirada limpia e inocente,

por tu sonrisa radiante,

por tu dulzura,

por tus abrazos y tus besos,

por tus caricias, cariños y arrumacos,

por tus risas y tus juegos,

por tus ejercicios y entrenamientos,

por querer hacer un sinfín de actividades conmigo,

por ser una hermana mayor cariñosa, protectora y paciente

por «saber hablar el lenguaje de los bebés»…

por tu constancia, comprensión y paciencia,

por tu creatividad e imaginación,

por tus ilusiones y proyectos,

por hacerme partícipe de tus risas y tus juegos,

por los dibujos que me haces,

por los juegos que me enseñas,

por las canciones que inventas,

por preparar las mejores fiestas sorpresa

por dejarme notitas con corazones y te quieros

por decirme que soy la mejor mamá del mundo aunque no lo sea…

por querer ser aventurera-espía-exploradora,

por haber querido ser cantante, profesora y astronauta

por todo lo que te queda por querer ser,

por estar a tiempo para ser lo que quieras ser

por compartir conmigo tus ilusiones y tus miedos

por tu amor desinteresado y sincero,

por eso y por todo lo demás: te quiero.

Agradecimiento al Centro de Educación Infantil

Nos encontramos celebrando el final de curso, de un curso en el que nuestros hijos han aprendido muchas cosas y han crecido no solo en altura sino también por dentro. En esta fiesta hemos disfrutado de unas actuaciones estupendas en las que se percibe el cariño y el esmero con que han sido preparadas, y es precisamente en este momento en que estamos reunidos profesores, alumnos, padres y demás familiares, cuando queremos dirigiros unas palabras de reconocimiento y agradecimiento a vuestra labor.

Para muchos de nuestros niños este es su último curso; otros, en cambio, continuarán en el centro. Muchos de ellos empezaron desde bebés, otros, de más mayores. Para muchos es el cierre de una etapa, terminan el primer ciclo de educación infantil y pasan al “cole de mayores”, pero para todos ellos, tanto para los que continúan como para los que se van, ha sido una etapa realmente importante en sus vidas.

Os dejamos a vuestro cuidado nuestro tesoro más preciado, y habéis sabido cuidarlo con la mayor de las delicadezas.

Que un niño entre en un centro de educación infantil es una decisión muy importante para sus padres, que desean encontrar el mejor centro, el que vele de mejor manera por los intereses de sus hijos, el que sus profesores sean amables y cariñosos, el que proporcione una educación  y una atención integral que sea acorde con nuestros principios morales y también con los educativos… son muchas las cuestiones a tener en cuenta…

Además de las características del centro y de sus profesionales, también nos crea inquietud el cómo van a vivir ese paso nuestros hijos, si se encontrarán a gusto, si acusarán mucho el separarse de nosotros durante unas horas, si se llevarán bien con el resto de sus compañeros…

Por todo ello, cuando encuentras ese centro en el que dejar con total tranquilidad a tus hijos, respiras aliviado. Pero no solo eso, sino que hemos encontrado una atención individualizada, en la que se contempla al niño como una persona en su totalidad, en el que se entiende los procesos de maduración de cada niño, y en el que también se imponen unos límites desde el amor, explicando y haciendo entender los motivos y los por qués a los niños según su grado de madurez. Un centro en el que hay una relación fluida con las familias, pero sobre todo, hemos encontrado dedicación, esfuerzo, profesionalidad y mucho, mucho cariño.

Os habéis ganado el corazón de nuestros hijos, y con el de ellos, también el nuestro… y por eso queremos daros las gracias, por haber estado ahí en cada momento, con cada paso, problema o logro de nuestros peques, con cada juego y canción, en cada uno de los aprendizajes, siendo testigos de cada sonrisa y cada llanto, de cada inseguridad y de cada progreso, acompañando amorosamente en cada aprendizaje a todos y cada uno de ellos. Gracias a todas porque cada una, en vuestro puesto y con vuestras responsabilidades, habéis sabido dar para nuestros hijos lo mejor de vosotras mismas.

Mantendremos siempre el recuerdo vivo en nuestros hijos de lo que vivieron con vosotras y nosotros, por supuesto, os recordaremos siempre.

Gracias

A mi madre

En una ocasión, cuando recibiste el golpe de enterarte que una traicionera enfermedad había hecho de nuevo su aparición en tu cuerpo, me dijiste que todo el tiempo trascurrido desde la primera vez que la  padeciste  hasta ese momento era un regalo que Dios te había hecho. Tanto más, cuando a los pocos años de superarla me tuviste a mí, que era lo que más anhelabas y que Dios te había dado la posibilidad de tenerme y verme crecer. Bueno mamá, pues ese tiempo que Dios te regaló, también me lo regaló a mí, no solo porque posibilitó mi concepción y posterior nacimiento, sino porque durante los años que compartimos me permitió disfrutar de una madre buena, alegre, cariñosa, paciente y entregada… una madre estupenda.

De ti recibí un amor y un cariño sin límites.

De ti aprendí lo que es darse a los demás.

De ti aprendí a luchar aunque las fuerzas flaqueen.

De ti aprendí a aborrecer la injusticia y luchar por lo que considero justo.

De ti aprendí el amor a la familia

De ti aprendí a ofrecer a los demás una sonrisa y un gesto amable

De ti aprendí a vivir y disfrutar la música.

Recuerdo cuando me llevabas al cine a ver películas de Walt Disney a una sala que proyectaban en sesión continua y cómo te pedía volvernos a quedar a ver la película

Recuerdo cuando inventabas cuentos para mí… Logré recordar los detalles de uno de ellos, el de los bombones… y tus nietos me piden con frecuencia que se los cuente porque les gusta mucho, por lo que, en cierto modo, es como si lo hubieses inventado para ellos

Recuerdo cuando te pedía una y otra vez que me leyeses «Marcelino Pan y Vino» y tú, pacientemente, lo hacías…

Recuerdo ir a patinar al Paseo de Recoletos, porque tenía un suelo muy fino y deslizante… recuerdo tus instrucciones para no perder el equilibrio mientras aprendía…

Recuerdo las tardes de parque en El Retiro, lo que me divertía jugando en la zona de columpios, cómo me enseñaste a remar en las barcas de su estanque, cómo veías conmigo una y otra vez las marionetas de su teatro, aunque te supieses las historias de memoria. Recuerdo también cuando me llevabas a ver los cisnes y los patos de su otro estanque

Recuerdo cuando escribías, con esa caligrafía perfecta, casi dibujada, que no tuve la suerte de heredar… recuerdo cuando me dibujabas las muñecas «peponas», cuando me hiciste la lámpara de pie y los libros de la estantería de mi casita de muñecas, cuando me ayudabas con las manualidades del colegio

Te recuerdo siempre escuchando música, creándola o tocándola tú misma…

Recuerdo que cuando tocabas el piano el tiempo se detenía para ti, podían pasar horas sin que te dieses cuenta…

Recuerdo los conciertos en el Teatro Real, tanto cuando íbamos con entradas, como cuando pasábamos con el carnet del Conservatorio y escuchábamos los conciertos desde «el gallinero»

Recuerdo cuando me enseñaste las primeras nociones de solfeo, mi primera pieza al piano, cuando me guiabas sobre la adecuada interpretación de las obras, según iba superando los cursos del Conservatorio

Recuerdo cuando se nos pasaba el tiempo volando mientras yo cantaba y tú me acompañabas al piano, cómo le dábamos un repaso a las canciones de bandas sonoras de películas muy conocidas, también canciones populares, villancicos, música religiosa – recuerdo con especial cariño el Ave María de Schubert – , canciones de Edith Piaf, melodías muy conocidas como Santa Lucía, la versión de Elvis Presley  del conocido O’ Sole Mio, Alfonsina y el mar…

Recuerdo cómo nos quedábamos embelesadas viendo en la tele el ballet clásico, el patinaje artístico y la natación sincronizada

Recuerdo lo bien que bailabas, habilidad que, muy a mi pesar, no he tenido nunca…

Recuerdo cuando me contabas historias de tu infancia, de la familia, de tu juventud… todas ellas llenas de cariño y anécdotas

Recuerdo cuando en verano, en la playa, utilizábamos la bicicleta como medio de transporte… hoy en día es algo habitual pero entonces no lo era… la gente nos miraba raro, pero a nosotras nos daba igual

Recuerdo cuando en el mar me «remolcabas» nadando de espaldas, lo bien que nos lo pasábamos saltando las olas y lo mucho que disfrutábamos también cuando el agua del mar estaba quieta y transparente como una piscina…

Recuerdo cómo nos gustaba contemplar el mar, las distintas tonalidades que adquiría, los paseos junto a papá por el paseo marítimo…

Recuerdo cuando me enseñaste a hacer helado de leche merengada

Recuerdo que me contabas que cuando era bebé te pasabas las horas muertas contemplándome, mirándome la carita, todos y cada uno de los deditos… Sé que hubieses pasado igualmente las horas muertas contemplando a tus nietos, de bebés y de más mayores… sé que te hubiese encantado ser testigo de sus risas, sus gateos, sus primeros pasos, su lengua de trapo, sus avances, descubrimientos, «salidas» y el cómo se van haciendo mayores… que hubieses disfrutado cantándoles, tocándoles el piano, haciéndoles juegos, manteniendo conversaciones con ellos y sobre todo, dándoles muchos besos y abrazos

El día que mi marido y yo nos enteramos que estábamos esperando a nuestra hija mayor, fue un día en que estabáis en casa las dos abuelas. Mi suegra había venido a visitarte, ya llevabas tiempo gravemente enferma… Os dimos la noticia a las dos nada más enterarnos y os pusistéis muy contentas de tan buena nueva. Recuerdo que dijiste que no llegarías a conocer al bebé, pero que desde el cielo cuidarías de él (entonces no sabíamos todavía si sería niño o niña). Así fue, mamá, no llegaste a conocer a tu nieta. Aunque lo intentaste, tu cuerpo no aguantó hasta su nacimiento, pero que has cumplido tu promesa y que desde el cielo velas por ella, y ahora, también por tu nieto pequeño… Yo, por mi parte, les doy tus besos y los míos, mamá

A mi padre

Recuerdos y más recuerdos vienen a mi memoria, como cuando todavía no sabía ni leer ni escribir y jugábamos a hacer frases bonitas, cuando me enseñabas poesías, cuando ya de más mayor, las recitábamos a dúo, cuando declamábamos pequeños fragmentos de conocidas obras de teatro…

Recuerdo paseos por la Gran Vía, Alcalá, el Paseo del Prado y de Recoletos, simplemente disfrutando del propio paseo y a veces jugando a palabras encadenadas; salir a tomar el aperitivo los fines de semana, tardes en casa jugando al parchís, dominó y cartas junto a mamá, escuchar a Edith Piaf, fados a Amalia Rodrigues, tangos y milongas  a Gardel y Agustín Irusta, copla a Concha Piquer

Recuerdo cómo disfrutábamos al escuchar a mamá tocar al piano todo tipo de música, principalmente clásica, cómo le pedías que tocase la Marcha Turca de Mozart, el Claro de luna de Beethoven, la transcripción para piano de la Tocata y Fuga de Bach, la Danza Española  nº 5 de Granados, la Danza Macabra o «de los esqueletos» de Saint Saens, el Estudio Revolucionario de Chopin, o cualquiera de sus Nocturnos, entre otras muchas obras de los grandes compositores. También disfrutabas mucho cuando yo cantaba y mamá me acompañaba al piano o cuando, sin llegar nunca a la altura de la maestra, tocaba yo y contemplabas mis progresos…

Recuerdo que le pusiste letra a la Danza nº 5 de Granados y la convertiste en una nana para mí…

Recuerdo la ilusión que me hizo, siendo muy pequeña, acompañarte en alguna ocasión al trabajo, cómo, pasados los años,  y siendo época de exámenes me gustaba dictarte las notas para que las pasases a tu cuaderno.

Recuerdo cuando me llevaste al Museo del Prado, al Museo de Ciencias Naturales, al Museo Arqueológico Nacional, al Museo del Ejército

Recuerdo escucharte contar divertidas anécdotas, también historias familiares, en muchos casos de parientes muy directos que, sin embargo, no llegué a conocer porque habían fallecido durante tu juventud, pero que me los hacías cercanos y les tenía cariño pese a no haberles conocido. Recuerdo cómo me decías que me parecía mucho a mi abuela, a la que no conocí, y mirar el retrato que tenías de ella intentando ver yo también aquel parecido.

Recuerdo los baños en el mar en vacaciones y que en los días con algas te ponía una sobre tu cabeza, cual peluca. Se trataba casi de una tradición. Lo hice hasta bastante mayor. Recuerdo también caminar por el paseo marítimo, mirando el mar, sintiendo la brisa en nuestros rostros, y rememorar, en muchas ocasiones, el verso de Manuel Machado en su poema Ocaso: «el mar, el mar y no pensar en nada». Cómo te identificabas con aquel verso… y qué acertado me parecía a mí… El mar, o la mar, como te gustaba decir, siempre me ha resultado inspirador. Ver cómo rompen las olas, escuchar su «arrullo» me proporciona, además, una inmensa paz. Y por la noche, contemplar el reflejo del haz del faro sobre sus aguas o el de la propia luna… pocos paisajes me resultan tan bellos… Cuando hay luna llena y me encuentro frente al mar, siempre me viene a la memoria el verso de la Canción del Pirata de Espronceda, que tanto nos gustaba recitar: «la luna en el mar riela»…

Recuerdo cómo disfrutábamos con el buen cine, con la interpretación de los grandes actores: Greta Garbo, Katharine Hepburn, Spencer Tracy, Cary Grant, Gary Cooper, Gregory Peck, James Stewart, Maureen O’Hara, Audrey Hepburn, Julia e Irene Gutiérrez Caba, Julia Caba Alba, José y María Isbert, Amparo Rivelles, Fernando Fernán Gómez  y tantos otros también excelentes… Cómo disfrutábamos de un buen diálogo y de una buena dirección. También con el teatro televisado, viendo obras de Mihura o de nuestro Jardiel… Me acuerdo, incluso, de un ciclo de cine mudo que ponían en la tele los sábados por la mañana: Charlot, Buster Keaton

Cómo gozábamos con la buena literatura de todos los tiempos, tanto nacional como extranjera, de una buena historia, ya se tratase de comedia o de tragedia, de las descripciones de personajes, ambientes y paisajes, del reflejo de costumbres, del mensaje que nos quería transmitir el autor… Me aficionaste también a leer teatro, imaginando los escenarios y a los propios personajes. ¡No sé qué me gusta más, si ver una buena obra de teatro o leerla!

Recuerdo deleitarme mirando las estanterías llenas de libros, no por la posesión del objeto material, aunque, dicho sea de paso, pocas decoraciones me parecen tan bellas, sino por el mundo de posibilidades que se abría delante de mí, por las mil historias por leer y por hacer mías, porque cuando uno lee, aprehende y hace suyo, de alguna forma, lo escrito por el autor. Reconozco también que me gusta tener los libros entre mis manos, y cuando son antiguos, me encanta el olor a viejo que desprenden sus páginas. Me resulta tan evocador… Me imaginaba siendo la protagonista de las historias que leía, también representando a sus personajes cual intérprete de reconocida fama, escribiendo historias maravillosas como el mejor de los escritores

Recuerdo cómo me explicabas la importancia de la Historia que, además, ésta no era una simple correlación de hechos históricos y fechas, sino que esos hechos sucedían dentro de una concreta situación política, social, filosófica y cultural, de cómo influían las distintas corrientes de pensamiento, etc.

Recuerdo también cómo me hablabas del pensamiento de los grandes filósofos, y cómo disfrutaba con tus explicaciones…

Recuerdo cómo me explicabas las principales teorías políticas y sus características y lo interesante que me resultaba…

Recuerdo cómo me hablabas de la finalidad del Derecho, que es la Justicia, de la diferencia entre la Justicia y la administración de ésta, del Derecho Natural, del Derecho Romano y la definición de Justicia de Ulpiano

Recuerdo cómo me decías que algún día teníamos que escribir un libro juntos, a modo de diálogos entre padre e hija. No llegaste a concretarme mucho la temática, pero parecías tener un esbozo en tu cabeza. Nunca lo hicimos… no hubo tiempo… Aunque me parecía una tarea complicadísima y pensaba que yo no sabría cómo hacerlo, me hubiese gustado intentarlo… intentarlo contigo…

Recuerdo cómo disfrutabas de una buena tertulia con los amigos, cómo valorabas la verdad, la lealtad y la amistad

Recuerdo cómo tenías la costumbre de hablar a niños muy pequeños con palabras sencillas pero con la misma seriedad con la que hablarías con un adulto, y lo bien que te respondían ellos. A veces trato de imaginar cómo serían tus conversaciones con tus nietos

Recuerdos y más recuerdos de vivencias, de experiencias, de enseñanzas, de sentimientos, de emociones, de anécdotas

Recuerdos de una vida compartida que quedarán indelebles en mi mente y en mi corazón

Mi carta a los Reyes Magos

Sin tiempo para nada, me pesa no  haberos podido felicitar las Navidades, que espero que hayan llenado vuestros corazones de amor, paz y mucha felicidad.  Me consuela, en cambio, que estando en enero, todavía llego a tiempo  para desearos lo mejor para el 2016.

Os dejo la carta que envié a sus Majestades en lo relativo a mi familia:

Queridos Reyes Magos:

Una vez más os escribo, y la verdad es que tengo una larga lista de peticiones para mi marido, para mis hijos y para :

  1. Que mi marido y yo seamos siempre un buen ejemplo para nuestros hijos, ya que somos el espejo en el que se miran y de nosotros depende que lo que vean sea algo bueno o malo.
  2. Que seamos capaces de transmitirles nuestras creencias, adaptadas a su edad, para que desde pequeños conozcan lo que para nosotros es la Fe verdadera y establezcan desde su más tierna infancia una relación con Jesucristo, que les permita vivir su vida según Sus enseñanzas.
  3. Que logremos transmitirles la importancia de ser útiles a la comunidad, de ser un buen ejemplo para los que les rodean; que tengan un buen hacer en lo colectivo que ayude a la mejora de la sociedad y la comunidad política, y que se enorgullezcan de ser españoles.
  4. Que les demos siempre mucho amor, para que se sientan queridos en todo momento y aprendan a dar también amor a sus semejantes.
  5. Salud para que puedan seguir creciendo, jugando, aprendiendo… en definitiva, viviendo, y salud también para nosotros para poder continuar viéndoles crecer, para no perdernos ni uno solo de sus progresos, de sus fracasos, de sus ilusiones y de sus preocupaciones, ni una sola de sus risas,  ni de sus llantos…
  6. Sabiduría, para darles una buena educación y saber llegar a cada uno de ellos respetando su personalidad y forma de ser, que seamos capaces de poner límites, pero dejándoles cierta autonomía, que tengamos un buen control sobre su educación pero sin ahogarles, dejándoles un margen de actuación que les permita ir madurando como personas libres y hacerse responsables de sus actos. Que como padres seamos capaces de tomar las decisiones oportunas y sepamos elegir las opciones más adecuadas a cada situación concreta de nuestros hijos. Que logremos educarles para que siempre busquen la verdad y sean unas buenas personas, porque además, realizando lo bueno, conseguirán ser felices.
  7. Seguridad, para que nada ni nadie les haga daño ni malogre su inocencia.
  8. Que lo que es lo justo quede arraigado en su forma de ser y que no admitan la injusticia.
  9. Saberles enseñar que lo importante en esta vida – pese a la sociedad consumista en la que vivimos – no es el tener, sino el ser.
  10. Respeto, para que, respetándoles a ellos y a los demás, aprendan que las acciones que lleven a cabo en el ejercicio de su libertad no deben dañar al prójimo
  11. Responsabilidad, porque es importante que aprendan desde pequeños que no se puede ejercer de verdad la libertad sin responsabilidad.
  12. Esfuerzo, porque deben darse cuenta que siempre hay que poner todos los medios a nuestro alcance para hacer las cosas lo mejor posible.
  13. Empatía, para que siempre sean capaces de ponerse en el lugar del otro y no le hagan a nadie lo que no les gustaría que les hiciesen a ellos.
  14. Trabajo, para que, aunque lo importante no esté en lo material, siempre les podamos proporcionar lo necesario,  así como un entorno confortable con las oportunidades necesarias para salir adelante de una manera digna.
  15. Mucha energía, para que el cansancio no nos impida disfrutar de su compañía, de sus juegos, de sus saltos, de sus carreras, de su incesante e inagotable actividad.
  16. Paciencia y comprensión, para cuando están cansados, cuando se sienten frustrados, cuando quieren lo uno y lo contrario, cuando tienen rabietas.
  17. Una gran creatividad, para que podamos seguir inventando historias y canciones sobre la marcha, para que nos congratulemos también con su creatividad, que hace que los papelitos puedan ser confeti o comiditas y que el recogedor de un babero pueda ser un barco…
  18. Tiempo, para que las obligaciones diarias no nos impidan estar con ellos en los buenos momentos, en los malos, para no ser unos padres ausentes, para estar cerca y que puedan acudir a nosotros en cualquier momento, para poder educarles plenamente. Tiempo simplemente para estar con ellos, sin necesidad de hacer nada, gozando de la mutua compañía en familia.
Sé que se trata de muchos y preciados regalos, pero son los que nos harán llevar una vida libre, plena y feliz. También sé que no son regalos de los que se desenvuelven el 6 de enero, sino que a lo largo de toda la vida tendremos que comprobar si los hemos adquirido o no, y en qué grado. También sé, queridos Reyes Magos, que son regalos que necesitan muy especialmente que mi marido, mis hijos y yo pongamos de nuestra parte cada día todo lo que sea necesario para lograrlos. Solo os pido que nos ayudéis, concediéndonos la mejor de las predisposiciones para conseguirlos.
Muchas gracias por todo
Hasta el próximo año
Un afectuoso saludo
Ana

Halloween como pretexto para molestar

Hace ya un mes que tengo escrita esta entrada y, sin embargo, no la había publicado. Ha perdido la actualidad de la celebración que la motivó, pero no lo que quería poner de manifiesto con ella: el «todo vale» con tal de divertirme, la falta de respeto hacia el prójimo. El motivo de haberla dejado «en barbecho», además de haber tenido unas semanas especialmente complicadas y con menos tiempo libre de lo habitual, ha sido el darme ocasión para repensar si lo que en ella planteaba resultaba exagerado, si de un granito de arena estaba haciendo una montaña… Creo que no, aunque el lector juzgará mejor que yo… Ahí va:

Otros años, en la comunidad de propietarios en la que vivo, los interesados en visitar las casas para el ya famoso «truco o trato» ponían en cada portal, en concreto en cada ascensor – ya que hay vecinos que suben directamente desde el garaje en el sótano y no pasan por el portal – una hoja para que aquellos que querían ser visitados se apuntasen y así no molestar innecesariamente al resto de vecinos. Aún así, siempre había algún timbrazo de algún despistado, pero bueno, se trata de niños, y se cuenta con ello. El año pasado observé que, al menos en mi portal, no se apuntó casi nadie. Pues bien, resulta que este año no han dado la posibilidad de apuntarse y han llamado indiscriminadamente a todas las casas, en concreto a la mía, unas 5 ó 6 veces en una tarde.

Sé que con esta entrada me estoy ganando, quizá, la antipatía de muchos lectores, puesto que hoy en día en España, y pese a ser una fiesta importada, Halloween cuenta ya con muchos seguidores. Y entiendo, además, que desde el punto de vista infantil, puede tener muchos alicientes: disfrazarse – que eso siempre suele gustar -, ir de casa en casa con amigos sin los padres – lo que les hace sentirse mayores y autónomos, y recibir caramelos y chucherías varias – una recompensa muy satisfactoria para los más golosos -.

Este año mi hija, que ha cumplido los 6 años, me pidió permiso para ir de casa en casa y no se lo di. Además de que me parece muy pequeña, el motivo principal es que se trata de una fiesta que no comparto, que no la siento mía…, de hecho, me parece contraria a mis creencias católicas y creo que es la antítesis a la celebración de la festividad de Todos los Santos. En esta entrada me voy a centrar en los comportamientos de los niños que observé en esta celebración y la falta de responsabilidad de algunos padres a la hora de explicarles qué comportamientos son adecuados y cuáles no. No entro en cuestiones como el cambio de tradiciones o el sentido de la fiesta de Halloween  ya que, pese a ser cuestiones más importantes aún, si cabe, habrá otras voces, con más autoridad que la mía, que sepan alertar sobre los peligros de esta fiesta. Mi hija quedó desilusionada, y lo siento, pero no siempre se puede dar gusto. Respeto, por supuesto, a quien deje a sus hijos visitar las casas. Eso sí, lo que no me parece bien, es que los padres no expliquen a sus hijos lo que deben o no deben hacer en esas circunstancias.

Confieso abiertamente que me ha molestado lo que ha pasado en mi comunidad, no ya únicamente por la tarde de «timbrazos» que tuvimos que soportar sino, más bien, porque la lectura que he hecho de lo sucedido ha sido la siguiente: como el año pasado no debió apuntarse «ni el Tato», y la fiesta no debió de ser todo lo divertida que esperaban, este año no han dado opción, es decir, que «no quieres caldo – léase fiesta -, pues toma dos tazas». La verdad, no me parece bien. Considero que se trata de una imposición totalmente innecesaria y una falta de respeto total. Da igual que en una vivienda pueda haber un enfermo, un niño pequeño que no quieres que pase miedo con los terroríficos disfraces y maquillajes o, simplemente, que desees estar tranquilamente en tu casa sin que estén llamando a tu puerta a cada momento. Lo importante es que los niños no se pierdan su fiesta, con independencia de que obliguen al prójimo a participar en ella quiera o no quiera o, lo que es lo mismo, prima la libertad sin límites del niño frente a la del vecino que ve cercenada la suya en el seno de su propio hogar. Cuando yo era pequeña nos inculcaban el respeto a los demás, nos hacían comprender que no éramos nosotros solos, que se vive en comunidad y que las acciones que lleves a cabo en el ejercicio de tu libertad no deben perjudicar al resto. ¿Qué mensaje se está dando a los niños? Primero yo, después yo, y luego yo. ¿Tú?, ah, tú apáñatelas como puedas, que ese ya es tu problema…

Habrá quien piense que mis comentarios  sobre lo que considero una falta de respeto, pueden venir motivados por mi antipatía, reconocida en esta misma entrada, hacia esta fiesta. Pero nada más lejos de la verdad. Me tengo por persona objetiva y, aunque es verdad, que por nuestra condición de personas, uno, por muy objetivo que sea, no puede desprenderse de un mínimo de subjetividad, he de decir que no me mueve en estos comentarios ni un ápice de animadversión, sino que esta fiesta ha puesto de manifiesto comportamientos totalmente inapropiados por lo irrespetuosos que, por supuesto, se perciben también en otro tipo de situaciones.

La persona no es un «compartimento estanco», es un todo, y por eso mismo me preocupa lo que subyace a este comportamiento, ya que no se trata de si la fiesta de Halloween puede resultar molesta a determinadas personas, sino, más bien, que determinadas actitudes que se han dado en la celebración de dicha fiesta (por supuesto habrá quien la haya celebrado sin molestar a nadie) ponen de manifiesto una falta total de respeto que, a buen seguro aflora o aflorará en otro tipo de situaciones y vivencias. Así que, y en lo que a convivencia y respeto se refiere, lo de Halloween para mí pasa a un segundo término, ya que el desencadenante, en este caso, es lo de menos; lo importante es el tipo de actitud egoísta que ha puesto de manifiesto.